miércoles, 18 de diciembre de 2019

Dónde abortar

El aborto no es el tardío invento de una sociedad decadente y moralmente relajada, es una realidad cotidiana de todas las sociedades históricamente conocidas, es incluso una realidad inevitable en nuestro tiempo, ya que ningún medio anticonceptivo es absolutamente infalible y siempre habrá mujeres que tomen la opción de interrumpir un embarazo no deseado”. "Dice mucho sobre nuestra sociedad el que el debate sobre el aborto, sobre su despenalización y su realización en términos sanitariamente adecuados, se haya desviado normalmente hacia una discusión en torno a principios morales abstractos, alejados de la realidad cotidiana de los seres humanos concretos, y muy en especial de la realidad cotidiana de las mujeres. Se invocan criterios morales y jurídicos mientras las mujeres de carne y hueso, las vidas reales de esas mujeres concretas, pasan al segundo plano de la anécdota" (Cifrián y cols., 1986). Los médicos argentinos, como los de la mayor parte de Latinoamérica vivimos la penalización del aborto en carne propia, ante un embarazo no deseado, principio fundante de esta compleja situación, tanto como pareja de la mujer o cualquier grado de parentesco o como amigos o en la relación médico paciente. Ni como hombres ni como médicos podemos desentendernos de este problema.. En Argentina se realizan 500.000 abortos clandestinos, ya por este hecho de ser clandestino debido a su penalización pone a una práctica que debería ser segura y sencilla, sin riesgos y sin traumas psicológicos, en una intervención en la que la paciente se convierte en víctima y se expone a la criminalización, la denuncia, el estigma, el trauma psicológico y el riesgo de su vida, que ocurren alrededor de cien por año en este país. Tengamos presente que la mayor causa de internación en los hospitales públicos de mujeres en edad fértil, son las complicaciones del aborto. Hay una gran diferencia en el acceso al aborto seguro según el poder adquisitivo de la mujer, las mujeres de clase media, media alta y alta, no viven como un trauma si su ginecólogo de confianza la asesora hacia donde le van a resolver con internación, anestesia, quirófano, etc. Pero aún así, con poder adquisitivo muchas veces no pueden acceder a este tipo de atención de calidad porque se le niega la información y tiene que pasar por las penurias de las mujeres de pocos recursos: Métodos caseros, colocación de sondas, falsas inyecciones, brebajes, pseudomédicos, pseudoparteras, lugares sin ninguna condición y también estafadores, que le cobran y no le hacen nada. Muchas mujeres han pasado por todas las experiencias: El misoprostol no le dio resultado, tal vez era trucho, luego concurre con un estafador que se queda con su dinero, ya sin medios le colocan una sonda…, etc. A esta altura del siglo XXI, a esta altura de la Democracia, la despenalización del aborto es una deuda pendiente, por lo que nos tenemos que sumar a esa lucha. La despenalización no obliga ni favorece el aborto. Desde López Rega e Isabel Perón, se prohibió la educación sexual y reproductiva en todos los niveles, incluso en las facultades de medicina. Los médicos egresaban sin saber siquiera de anticonceptivos, no había forma de informarse. Ahora falta poner en práctica realmente la educación sexual y reproductiva en todos los grados educacionales. En las provincias más conservadoras se está actuando influenciados por la Iglesia, como Salta, Corrientes y Chaco, donde se han pronunciado en contra de la educación sexual.. Actitudes como las de los gobernadores Utubey, Colombi y Capitanich también obstaculizan los abortos no punibles, que hoy están contemplados en el Código Penal: cuando corre peligro la salud o la vida de la mujer o en casos de violación. De una vez por todas el Estado debe ser laico, para todos y que cada religión tenga influencia en los que creen en ella. Sólo la acción colectiva va a llevar a buen puerto, ONG, políticos, partidos políticos, periodistas, redes sociales, son los que representan a este colectivo que pugna por el derecho a decidir, sobre todo hasta las doce semanas (Ley de plazos), donde no caben dudas que en este período embrionario no hay actividad cerebral ni sufrimiento y la dependencia es total y absoluta. Nos sumamos a este movimiento colectivo, por el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y su destino: Grupo Médico argentino por el Derecho a Decidir E

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